jueves, 27 de marzo de 2008

Al Baño María

Esta historia se remonta al año 1986.
Estaba yo en casa de una tía materna y por razones que no recuerdo exactamente, ella se fastidia conmigo y como método de penitencia decide encerrarme en su baño.
Fue horrible. Estuve allí llorando largo rato pidiendo por mi mamá (quien trabajaba durante todo el día, y casi no podía compartir su tiempo conmigo) hasta que fui “liberada”.
Hoy los recuerdos son difusos: un inmenso inodoro blanco y amenazante (al menos desde mi apreciación), lavatorio y azulejos celestes, componían el contexto. No sé como ni cuando caí a colación que no podía entrar a un baño y cerrar la puerta, ni siquiera al mío. Tuve 12 años y cuando viajaba a Santiago del Estero (con 16 horas de viaje sentada en un micro) tenía que aguantarme las ganas de orinar y defecar; y si era inminente la situación tenía que solicitar la compañía de alguien dentro del baño, incluso la de mi padre. Con el pasar del tiempo mis temores fueron desapareciendo, y todo aquello es solo un recuerdo.
Algo significativo es que por un motivo u otro las personas (sobretodo las mujeres) transitan por diversos sanitarios a lo largo del día. Tales sanitarios no tan “sanos” que digamos pero bien dice la frase: “…la necesidad tiene cara de hereje…” y uno se aventura: “…hace de tripa corazón…” para utilizar las instalaciones. Nunca debemos olvidar la moneda, por que sino corremos el riesgo de quedarnos sin papel higiénico o sin poder echar (aunque sea) un balde de agua luego de hacer clase 2; estas son solo algunas de las consideraciones a las que uno se debe abstener al momento de “ir al baño”.
Particularmente, suelo ser una persona que diariamente va innumerables veces al baño, miles que hasta perdí la cuenta; tanto que de vacaciones quienes comparten conmigo esos momentos me preguntan acerca del tema y hasta indagan sobre las características del baño que he utilizado casualmente. Me fue propuesto fotografiar tales espacios, ya que son de una diversidad incalculable; no pudiéndose reducir a espacios secundarios en la vida, dicen por ahí que tanto las mejores como las peores historias suceden en los baños, allí: se lee, se sueña, se escucha música, hay quienes toman mate (y no es chiste), quienes dibujan, quienes sufren y quienes se esfuerzan. También encontramos cosas extrañas: escrituras absurdas, escrituras poéticas y literarias, novedades, expresiones graficas de todo tipo.

Aquí particularidades registradas en mis experiencias:
Escrituras...
Cestos de basura...

La colaboración...

Las instalaciones...

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Mauricio y María

Hola, soy Mayra, conocida en el bajo mundo de la poesía como la
Sra P. (jajaja) luego les explico porqué....jajaja.
Pero me acabo de enterar de este
blog y que cosa!
María...escribes y escribes!!
y escribes con una finura!...
Y describes...waw!...
jajaja

felicidades a los dos!!
Me están recomendando que lea el
del "tiempo" ...e iré a leer...
solo de inicio....
mil felicidades por este lugar
magnífico...

un beso en Jesucristo
con cariño
Mayra Barbosa

p.d. dejaran de ser hijos de
quien son!...
felicidades!!

María dijo...

Mayra:
Espero que en estos ciberespacios sigamos cruzando opiniones, y lecturas.
Gracias por tus palabras.
María

Mauricio dijo...

Me gustó mucho tu Post,y ademas es muy divertido.
Saludos.
Mauricio.

Cristian Vázquez dijo...

Yo tengo una experiencia parecida. Era chiquito y vivía con mi familia en una casa de la que nos mudamos años después. Era un domingo a la tarde, y todos estábamos en el patio porque hacía calor. Por la esquina veo que vienen visitas. Y yo no tenía ganas de que vinieran visitas. Entonces entré en la casa y me encerré con llave.

Llegó la gente y no pudieron entrar, y todos ahí afuera exigiéndome que abriera, y yo me hice rogar y prolongué mi capricho por un rato... hasta que, después de que me prometieran que no recibiría ningún castigo, abrí.

Mentían.

Mi papá se encerró en el baño junto conmigo. Fue la única vez en la vida que me pegó.

Y ahí me quedé, encerrado en ese baño grande en mi recuerdo, pero no tanto, así que debía ser realmente chico, como dicen mis padres ahora.

Pero no me quedaron mayores traumas. Al menos no relacionados con los baños. Tal vez sí alguno(s) de mis otros síntomas de demencia se deriven de aquella aciaga tarde de domingo.

María dijo...

Mauricio:
Me alegro que te haya divertido! Hoy día me divierte contarlo...pero juro que hace años fue muy feo! El tiempo todo lo cura. ja ja ja
Gracias por tu comentario.
María.

Cristian:
Sabras de mi memoria "prodigiosa"... y no sé como pero recuerdo haber escuchado de vos ese relato, que loco no?
Lo bueno es que no quedarón traumas directos con los baños; quizás hubo un desplazamiento a otras situaciones de locura! ja ja ja!!!
Saludos.
María.

Naty dijo...

Muy pedagógica la tía, jaja!

Che, te falto la foto de la puerta de baño con leyendas.

¨CACHITO TE AMO 28-11-02¨

Me pregunto: Cachito irá al baño de mujeres a leerlo?

Paulafat dijo...

Qué buen tema... chistoso.

Yo sufro cuando voy al baño de la oficina, queda al lado de una microcuenca estancada en la que a veces hay "temporada" de mosquitos y zancudos (mi oficina no queda "adentro" de la empresa como tal, es difícil de explicar...)así que más de una vez he sido picada en las nalgas... la otra vez me picaron 4 veces SÓLO en esa área.

Desde entonces siempre que entro aparte de estar en cuclillas tengo que estar espantándome los bichos de la retaguardia...jajajaja

Bueno, demasiada información. Saludos!

María dijo...

Naty:
Para otra oportunidad irán fotos de leyendas "insólitas", esas leyendas donde se expresan los más sinceros sentimientos!!! Qué cosa que sean en el baño, no?!!! Bueno, sea como sea lo importante es expresarse.
Saludos.
María

Pala Labra:
Agradezco tus confidencias! pero creo que es hora de manifestar esas vivencias "particulares" por las que pasamos ante la necesidad más humana del planeta: ir al baño.
ja ja ja!
Saludos, María.