domingo, 20 de julio de 2008

Se vende Facu (buen estado, facilidades de pago)

"Estos son mis principios,
y si no le gustan, tengo otros"
(Groucho Marx)

Viene siendo un tiempo personal en que estoy vendiendo todos y cada uno de mis ideales. Vean de qué hablo:

Ejemplo 1:

*Facu, durante el último año: “Ni en pedo vuelvo a llamar a X. Está completamente loca. Es una histérica con la que no se puede disentir en nada. ¡Nunca más quiero saber de ella!”
*Facu, hace pocos días: “(ring, ring) Hola, ¿X? Quería saber cómo estabas… ¿no tenés ganas de que nos veamos?”

Ejemplo 2:

*Facu, durante toda su carrera de abogacía en la U.B.A.: “Yo nunca estudiaría en una universidad privada. En la U.B.A. la calidad del aprendizaje se debe a que los profesores no están obligados a aprobarte para que vos puedas seguir pagando la cuota. Si yo estudiara en una universidad privada y aprobara un examen, siempre me quedaría con la duda de si aprobé porque sabía o porque quieren que les siga pagando”.
*Facu, la semana pasada: “(ring, ring) –Universidad de Palermo, buenas tardes. –Sí, ¿qué tal? Estaba interesado inscribirme en el posgrado en derecho penal”.

Ejemplo 3:

*Facu, durante toda su adolescencia: “No entiendo qué es lo que le encuentran de divertido a ir a un boliche. Tenés que esperar como una hora para entrar, te empujan, te pisan, el volumen de la música no te deja escuchar lo que dice la persona que está al lado y tenés que andar sufriendo toda la noche la presencia de minas que nunca en la vida te van a dar bola”.
*Facu, ayer: “- Facu, ¿vamos a bailar a “El Bosque”? - ¡Buenísimo, vamos!”


Cambiar de opinión es una señal de que uno no está estancado en la misma clase de pensamiento y que estamos abiertos a admitir que no siempre tenemos razón.

Lo confieso: El parrafito de arriba es sólo una excusa para mitigar la sensación de culpa de traicionarse a sí mismo.

domingo, 6 de julio de 2008

No quiero ser un Superhéroe.

Soy de la generación que se crió, vivió y creyó en los superpoderes de: Auto Fantástico, Superman, La Mujer Maravilla, Batman, Meteoro (‘como lo adoraba…’), entre otros. Como era niña lo importante era creer en algo mágico para idolatrarlos, cuyo fin único era querer ser como ellos… ¿Quién no ha tenido el sueño de un día despertar y tener un superpoder, un don, una destreza…? Todos.
Hoy ya no. Fui percatando cada vez con más crudeza la desdichada vida de infortunios con las que hay que vivir si se es un “héroe”: historias teñidas de fracasos, dolor y sobretodo mucha soledad. Los superhéroes suelen denominarse como esos incomprendidos sociales, siempre al resguardo de ser descubiertos y que por ende tratan de ocultar su identidad casi constantemente; no pueden confiar en nadie, no se pueden comprometer, no pueden amar, no pueden soñar: sus sueños siempre estarán enlazados a los sueños de otros que no serán nunca propios sino ajenos, son prisioneros en sí de ese “don”.
Ejemplos sobran: Claire Bennet, la animadora de la serie dramática “Héroes”, quien sabe cuanto tendrá que escaparse para no ser encontrada por Sylar; Gatúbela, linda – histérica y desmerecida por un jefe autoritario quien la utiliza cotidianamente; El Hombre Araña: dramática historia la de Peter Parker, quien bajo el rostro de un mediocre periodista tendrá que posponer su proyecto de vida y el amor de Marie Jean en pos de salvar a New York de la delincuencia; nuestro adorado Murciélago: destinado a vivir en las tiemblas bajo una identidad oculta para resguardar a Ciudad Gótica de sus archienemigos; el tímido y torpe Clark Kent, quien en su ámbito laboral nadie jamás podría adjudicarles aptitudes ni habilidades de valentía y destreza a la hora de atacar al enemigo; los personajes de la serie Héroes quienes bajo la imponente premisa de ‘Salvar a la Humanidad’ comenzarán un camino de desventuras de las cuales no podrán deshacerse: Peter Petrelli (enfermero con habilidades múltiples –pudiendo a su vez absorber poderes ajenos- creció bajo sombra de su hermano mayor: Nathan), Hiro Nakamura (un oficinista japonés que puede romper la continuidad espacio-tiempo, y tele transportarse), Matt Parkman (ex-policía de Los Ángeles con la habilidad de escuchar los pensamientos de los demás, y a medida que se desarrolla la trama descubre que puede controlar los pensamientos ajenos); y la lista es interminable.

Una vida colmada de sacrificios es la opción irrefutable. ¿Cómo usar los superpoderes? Es la gran incógnita a resolver… Claro está que no siempre el camino más fácil es el que se encuentra exento de dolor; pero así y todo, nuestros “Archi Villanos” fueron súper héroes incomprendidos refugiados en el desden de la humanidad toda.
No por nada su amado tío expresó a Peter Parker minutos antes de morir: “…un gran poder implica una gran responsabilidad…” La entrega individual será la misión y la orden del día de “nuestros súper- archi- mega héroes”.
Prefiero ser normal.