domingo, 23 de noviembre de 2008

Sin recompensa

Resulta ser que estoy haciendo un posgrado en Derecho Penal en el que curso una materia relacionada con el holocausto judío de la 2º Guerra Mundial.

En mi afán de conocer sobre ciertos detalles del tema, me enteré que existió un diplomático sueco llamado Raoul Wallenberg, quien salvó a miles y miles de judíos húngaros de la persecución nazi, dándoles unos documentos especiales que señalaban que el portador estaba bajo la protección de la Embajada de Suecia y que no podía ser detenido por los soldados de Hitler. Cuando se le acabaron esas visas, no tuvo reparos en falsificarlas, con tal de salvar más vidas. Todo esto en un contexto en el cual Alemania presionaba fuertemente para que los judíos de toda Europa fueran entregados, bajo amenaza de represalias sangrientas.

En las historias y películas que uno se acostumbra a leer y ver desde chico, quien realiza un acto heroico como el que realizó Wallemberg, termina teniendo su recompensa: Quien devuelve el dinero encontrado que no le pertenece es compensado con una generosa retribución. El muchacho poco agraciado que le salva la vida a la mujer de sus sueños termina enamorándola.

Pero Wallemberg no tuvo su recompensa, justamente porque no es el personaje de una película sino que fue una persona real. Fue detenido y murió a manos del ejército soviético al ser confundido con un espía norteamericano.

Desde acá va mi homenaje a todos aquellos héroes cotidianos que realizan actos de ayuda a otros y nunca serán compensados por eso. 

En virtud de la extrema seriedad del post, me veo obligado a ponerle un toque de humor para matizar la cuestión.

Solamente Capusotto puede hacerme cagar de risa con un tema tan serio como el racismo:

miércoles, 12 de noviembre de 2008

El juego de las 5 diferencias entre Florencio Varela y Belgrano

Continuando con mis típicas características extremistas (más allá de asesinar a miles de personas con un coche bomba) hace algunos días me mudé de Florencio Varela -uno de los barrios más pobres del conurbano bonaerense- al barrio de Belgrano -una de las zonas de la ciudad de Buenos Aires donde más impera la chetitud (¿o se dice “chetez”?)-

Por ello, y como hacía mucho que no posteaba por este abandonado espacio, decidí escribir sobre las diferencias en la vida cotidiana entre estos lugares.

 

ACTITUD DEL VARELENSE QUE PIERDE UN TREN: “¡La puta madre que lo parió! Siempre lo mismo con estos trenes de mierda. Ahora tengo que esperar que venga el otro dentro de 45 minutos.”

ACTITUD DEL BELGRANENSE QUE PIERDE UN SUBTE: “¡La puta madre que lo parió! Siempre lo mismo con estos subtes de mierda. Ahora tengo que esperar que venga el otro dentro de 4 minutos.”

 

UNA VEZ QUE SUBE AL TREN, EL VARELENSE ESCUCHA: “Disculpen la molestia, damas y caballeros, no tengo trabajo y tengo 5 hijos, por eso vengo a pedirles  una moneda”

UNA VEZ QUE SUBE AL SUBTE, EL BELGRANENSE ESCUCHA: “Disculpen la molestia, damas y caballeros, no tengo trabajo y tengo 5 hijos, por eso vengo a pedirles una moneda… a cambio de las dos canciones de música celta que les voy a tocar con mi violín”

 

NOMBRES DE PERROS VARELENSES: Pancho, Manchita, Bobby

NOMBRES DE PERROS BELGRANENSES: Douglas, Anubis, Brandon

 

DÍAS QUE DEBE ESPERAR UN VARELENSE A QUE LE INSTALEN INTERNET: 10 (y el técnico le dice “Tuviste suerte. Hay gente que la pidió hace un mes y todavía no fuimos”)

DÍAS QUE DEBE ESPERAR UN BELGRANENSE A QUE LE INSTALEN INTERNET: 1 (y el técnico le dice “Disculpame.  Te dijimos a las 10 y son 10:30hs”)

 

PELEAS ENTRE VECINOS DE VARELA: “Flaco, ¿podés bajar esa cumbia de mierda que no escucho la televisión de mi casa?”

PELEAS ENTRE VECINOS DE BELGRANO: “Flaco, ¿podés callar a tu caniche que estoy haciendo reflexología?”

 

¿Tan difícil será que alguna vez me toque vivir en un barrio normal? (lo sé, me estoy quejando de lleno, pero no sería yo si no me quejara)