¿Pagarías por acostarte conmigo?, le pregunto y ella suelta una carcajada descalificadora. ¿Sí o no?, insisto y ella se incorpora y me abraza para decir claro, pagaría lo que fuera necesario. Su mentira me devuelve la confianza.
Esas líneas son parte del cuento “Un lugar más alejado”, de Alejandro Parisi, que forma parte del libro La joven guardia, una antología de jóvenes escritores argentinos. Las leí hace poco y, al hacerlo, me “llegaron” de un modo especial. ¿Por qué? Porque me llevo a pensar en cuántas veces necesitamos de las mentiras para recuperar la confianza. Cuántas veces nos aprovechamos de y nos aferramos a las mentiras. Más aún: cuántas veces forzamos a los demás a que nos mientan, aunque sepamos que nos mienten, para ganar o recuperar la confianza.
2
Ernesto Guevara y Alberto Granado están por subir al barco, interpretados por Gael García Bernal y Rodrigo de la Serna, en Diarios de motocicleta. Entonces se les arrima un hombre, un médico que los ayudó mucho, y les hace una última pregunta: qué les pareció su libro. Granado le dice lo que el médico quiere escuchar: que les gustó mucho, que es muy bueno, etc., etc. El aspirante a escritor quiere escuchar a Guevara, y palabras más o menos este es el diálogo:
—El libro está lleno de lugares comunes.
—Ah, pero… eso no es tan malo… ¿no?
—Es que además está mal escrito. Tiene que dedicarse a otra cosa, que le sale mejor.
—Gracias. Nadie hasta ahora me había sido tan sincero.
En ese momento creo que todos, como espectadores de la película, nos sentimos raros. Porque claro, casi todos casi siempre nos llenamos la boca hablando de la verdad, pero ¿cuántos de nosotros decimos la verdad en un caso así? Y sobre todo, ¿cuántos la decimos de esa forma?
3
En Mentiroso, mentiroso, el hijo de un abogado pide un deseo: que su padre no puede mentir durante 24 horas. Como es una película, el deseo se cumple, y el abogado —interpretado, lo recordarán, por Jim Carrey— se enfrenta a muchísimos problemas, dado que su vida está sostenida en mentiras.
Todo muy divertido, pero ¿qué pasaría si a cada uno de nosotros nos condenaran a no poder mentir durante 24 horas? Peor todavía: ¿qué pasaría si nos condenaran a decir en voz alta lo que en realidad pensamos?
4
Me animo a formular una posible respuesta a la última pregunta: ofenderíamos y/o haríamos sentir mal a y/o nos pelearíamos con mucha gente. Muchísima gente. Yo, si me preguntan, no tengo ganas de ofender ni hacer sentir mal ni pelearme con casi nadie. Y ahora estoy diciendo la verdad.
Hay ciertas situaciones —creo, y probablemente al afirmar esto me gano la incredulidad eterna de mis lectores— en las que una mentira bien aplicada es mejor que la verdad. Si a una persona mayor con problemas cardíacos se le puede ahorrar un susto modificándole un poco la información que le damos, ¿no hay que hacerlo? Si a un niño se le pueden regalar años de ilusiones diciéndole que existe un gordo bueno y tres tipos en camello que le traen regalos a fin de año, ¿no corresponde porque esos seres son de mentira? Si quiero conseguir un trabajo que necesito y para el que sé que estoy capacitado, ¿no puedo agrandar un poco mis antecedentes?
Quizá se puede hacer una distinción entre las mentiras hechas para el bien y las mentiras hechas para el mal. Los fundamentalistas de la verdad dirán que ninguna mentira puede ser hecha para el bien, y tendrán respuestas claras para todas las preguntas hechas más arriba. Por mi parte, yo sé que no me gustan, que no quiero, que me gustaría abolir, las mentiras hechas para el mal. Y también sé que prefiero decirles a los chicos que Papá Noel y los Reyes existen, y que prefiero no correr el riesgo de que el viejito se me muera de un infarto, y que prefiero conseguir ese trabajo, y que prefiero tratar de tener eso que se llama tacto para decirle a un escritor que su libro no mucho no me gustó (aunque me haya parecido pésimo), y prefiero, sí, una y mil veces, las promesas de amor y que me digan que me van a amar toda la vida, aunque sepa qué poco rato dura el amor eterno…
Ya sé, ya sé, alguien dirá que cómo se puede distinguir entre las mentiras hechas para el bien y las hechas para el mal, que eso puede ser muy relativo. Mi respuesta es: sí, es relativo, pero en general, en lo más hondo de cada uno, en eso que se llama “el fondo del corazón”, solemos tenerlo clarísimo.
En todo caso, me gusta la frase que Manuel Mandeb le dirige a la Muerte hacia el final de Lo que me costó el amor de Laura, de Alejandro Dolina:
Mi mentira de amor vale más
que ese horror que usted llama verdad
que ese horror que usted llama verdad
PD: Nunca olviden que la mentira tiene patas cortas. Cortas como patada de chancho.
PD 2: Ojo con creer del todo cualquiera de las cosas que escribí en este post...
10 comentarios:
En mi caso particular, procuro no poner a las otras personas en la horrible situación de tener que mentirme. Por lo menos lo evito lo más que puedo. Eso sí, cuando uno coloca en esa incómoda circunstancia al otro, puede encontrarse con que el otro no tenga ganas de mentirnos. Y es un precio que deberemos pagar porque nosotros mismos nos lo buscamos.
Interesante el post.
Cuando la situación se vuelve incontrolable, miento para que el otro se sienta mejor. Aunque, des er posible, casi siempre (y ese "casi" está dado por lo que dije primero) digo la verdad.
Un viejito padre de mi madre me dijo una vez:
"La mentira duele toda la vida. La verdad, unos segundos..."
Abrazos
Che, ¡¡muy buen post!!
Ahora se te presenta un dilemita:
¿Será verdad o mentira que es bueno el post...?
Yo creo que la verdad o la mentira, en si mismas, no son ni buenas ni malas porque todo depende de las ocasiones en que algo pueda ser una u otra cosa. Al decir de C.S. Lewis "Un piano no tiene dos clases de notas, las notas "correctas" y las "incorrectas". Cada nota es correcta en un momento dado e incorrecta en otro"
Un claro ejemplo de lo que digo está reflejado en el bi-mencionado Jim Carrey (siempre envuelto en "mentiras"), en el post de la "verdad" es engañado para entreteni(miento) de otros y en este de la "mentira" se le inhabilita su entendi(miento)para no poder decirlas, en fin... pobre Jim.
Gaudio
Ah, PD. Sigan así, ¡¡ Muy buenos los post !!
"Also there are many teachers who deserve a good pair of tabefes, it is not just the students…"
aleluia
Esta mañana leía los comentarios de Osho sobre los comentarios de Patanjali acerca del Yoga. Osho dice que el hombre vive inmerso en la mentira y llama la atención sobre un punto: dicen que es indispensable el soñar para que exista un verdadero descanso en el dormir. Y, ciertamente, el soñar no es más que una sucesión de autoengaños. O acaso el sueño sea la verdad y falsa la realidad. Oh, asísteme, Juan Domingo.
Hay una frase que solíamos utilizar "la verdad los hará libres... e infelices". Ja ja ja más de una vez nos hubiese gustado escuchar una mentira y no la cruel verdad... La historia cuenta que un joven le escribió unas líneas a una amiga. Ella muy contenta leyó mil veces el escrito y adulaba una y otra vez la capacidad del joven. Una vez se lo mostró a su profesora de filosofía quien sabía mucho sobre literatura. La señora leyó el escrito y defenestró el mismo... La joven modificó la respuesta de la señora y siguió insistiendo en la capacidad del joven escritor. Hoy en día el joven ya tiene un libro de su autoría vendiéndose en las librerías y es un excelente escritor. Considero que el amor hacia nuestros seres queridos nos lleva a modificar verdades... Quién no vió LA VIDA ES BELLA? besos
Cristian:
Muy interesante lo que mencionas en cada línea del escrito; y lo más interesante es que nos deja pensando en cosas que todos los días enfrentamos: mentir o decir la verdad. Opción nunca sencilla. Pero posible.
"La vida es bella" fue una película hermosa que recuerdo particularmente. En ella se refleja una historia basada en una gran "ficción", ficción no es lo mismo que mentira; la ficción simepre es armada para estar dispuesta a caer, no es engaño como si lo es mentir; éste padre arma una ficción como la han armado la mayoría de los nuestros (GRACIAS A DIOS): papá Noel, los Reyes Magos, El ratón Perez (Como lo adoraba!)...las ficciones caen y configuran nuestra identidad... pero no se sostienen con fines crueles y engañosos, o tan solo para "quedar bien". Este papá no le dijo a su hijo que no estaba en un campo de concentración nazi, sino que le dijo que era parte de un "juego"!
Seguramente muchas mentiras me han hecho sentir "bien" en mi vida, pero dudo que feliz; y seguramente el enterarme que fueron mentiras me harán la persona más triste del universo.
Me encantó tu post.
María.
aclaro, no lei todo de punta a punta.
pero creo que decirle a un hijo que existen los reyes magos no es una mentira tan importante digamos como no se, difundir datos erroneos o confusos, difamar a alguien con cosas que no son ciertas o el engaño entre parejas, digo eh.
en honor a la verdad, voy a hacer un esfuerzo por contener las mentiras a las que el medio muchas veces obliga, y hasta a veces acostumbra, y antes de que no pueda reconocer la una de la otra, déjame decirte que me gustó un montón tu blog. Interesante, ameno
sigue posteando, que cuando hay algo bueno, uno se acostumbra pronto
ciao
faBio
Una gran verdad: la mentira buena o mala solemos justificarla cuando la hacemos a otros. Ahora, cuando nos mienten a nosotros, no hay mentira que valga, no? Nosotros queremos toda la verdad... pero... podemos bancarnos toda la verdad? Lo dudo!
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